sábado, 27 de septiembre de 2008

Amenazan y cierran "Es Hora De Ser Real" los supuestos pastores Stamateas...!! Por sus frutos los conoceréis!!

Hace algún tiempo, el Señor comenzó a abrir nuestros ojos, a hablarnos y a mostrarnos la realidad en la que vive el cristianismo actual, a la luz de la Escritura. En ese proceso, llegamos a sentirnos solos porque los demás creían que estábamos locos, que éramos exagerados o fanáticos. A uno de nosotros hasta le llegaron a decir que tanta letra le mató el espíritu… Sin embargo, Dios puso en nuestro corazón hablar y proclamar esas cosas que nos estaba mostrando, y así surgió la idea de crear este blog.

Mientras investigábamos, nos encontramos con un sitio espectacular: Es Hora de Ser Real. ¡Nos quedamos sorprendidos al ver que sí había gente con el mismo llamado que Dios nos había hecho! Vimos en los autores de este sitio un ejemplo a seguir y el Señor nos permitió establecer contacto con ellos. Aprendimos mucho leyendo sus artículos, encontramos valor y la esperanza de ver que sí era posible levantar una voz a favor de la Palabra de Dios y del regreso a los principios básicos del evangelio.

Uno de los primeros videos que vimos fue acerca de Alejandra Stamateas y su mensaje de amor propio. Definitivamente eso no era el evangelio. Confieso que nos reímos mucho con aquello de hablar con las partes flácidas de nuestro cuerpo y “decretar” que se van a levantar… jajaja… ¡vaya! Nosotros, en cambio, les recomendaríamos en Tae Bo de Billy Blanks o jugar fútbol. Luego vimos más noticias sobre ella y su esposo, Bernardo. Vimos mucha psicología, mensajes de superación personal, “declaraciones positivas” y otras cosas que son Nueva Era, pero no el evangelio de Cristo como se presenta en la Palabra. Es Hora de Ser Real denunció proféticamente a estos falsos maestros de la forma más creativa.

Sin embargo, hace pocos días, nuestros amigos de Es Hora de Ser Real comenzaron a recibir amenazas de los Stamateas. Esta gente hizo que se retiren los videos de youtube y luego hackearon el correo y el blog de Es Hora de Ser Real. Yo hago la misma pregunta que hacían nuestros amigos, ¿qué desean ocultar? Si lo que hacen está bien, ¿por qué censurar? Hay un refrán que dice: “El que nada debe, nada teme”. Parece que los Stamateas sí temen…

Pero saben algo, Señores Stamateas, nuestro Señor nos manda a bendecir a quienes nos persiguen, Romanos 12:14, y realmente, de todo corazón esperamos que puedan comprender que esta persecución no es agradable ante los ojos de nuestro Señor Jesús y espero que si Ustedes se sienten perseguidos también, pues tomen para si este versículo.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.
Romanos 12:14

Tenemos buenas noticias. Es Hora de Ser Real ya tiene un nuevo espacio,y están recargados, reloaded, como Mattrix, jaja.

El nuevo sitio web de Es Hora de Ser Real está en la siguiente dirección:
www.eshoradesereal.com

Y pueden leer más noticias aquí:
www.noticiashefzi-baiglesiacristiana.blogspot.com


Tranquilos, que tenemos “Es Hora de Ser Real” para rato. Ya saben, hierba mala nunca muere, jajaja… ¡LOS AMAMOS, CHICOS! Ustedes son BIENAVENTURADOS (Mateo 5:11-12).


¡Esperamos ver nuevo material muy pronto!

jueves, 18 de septiembre de 2008

Temor de Dios: Uyyyy Qué Miedoooooo...!!

No hay duda que vivimos en una cultura inspirada por el temor. La palabra de moda es “terrorismo”. La sociedad está asustada y tiene miedos que se derivan de varios factores. El temor es una parte importante de la psicología del ser humano occidental del siglo XXI. Lo interesante es que la Biblia nos dice que es correcto tener temor, pero, al parecer, estamos enfocando nuestro miedo en “los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar” (Mateo 10:28). ¿Debemos tener temor? Sí, la Biblia nos dice que debemos tener temor de Dios, y esto es más que simplemente un acto de respeto.

Al hacer este estudio descubrimos una realidad innegable: definitivamente, nuestra teología, la manera en la que vemos a Dios, recibe mucha influencia de nuestra experiencia. Tuvimos varios debates y hasta surgió la propuesta de cambiar de tema. Sin embargo, el Señor nos guió a despojarnos de nuestro orgullo, a renunciar a nuestras ganas de querer tener la razón, y a sacarnos nuestros “lentes teológicos” para escudriñar qué realmente dice la Biblia al respecto.

En nuestra búsqueda nos encontramos con este texto:


“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”.

Proverbios 1:7


Lo contrario del temor de Dios es un desprecio a la sabiduría, es decir, a una vida ética y moral de acuerdo a las enseñanzas de la Palabra de Dios.

La palabra “temor” tiene varios sentidos en la Biblia, pero el contexto determinará su significado. Si bien el término temor puede entenderse como reverencia o piedad, el sentido de esta palabra es un poco más profundo. La palabra en el idioma original se usa para describir el pánico, un estado aterrorizado, el permanecer en estupor o boquiabierto, y la reverencia. Cuando se trata del temor de Dios, el concepto incluye los aspectos de encogerse por el espanto y de permanecer boquiabierto delante de Él.

La Biblia nos muestra algunos ejemplos de este tipo de miedo. Moisés habla al pueblo de Israel y les recuerda la actitud que ellos tuvieron mientras él hablaba cara a cara con Dios:


Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte.

Deuteronomio 5:5


En este caso, los israelitas realmente sintieron pavor cuando presenciaron esta manifestación divina. El relato lo encontramos en Éxodo 20:18-21 y también está el objetivo que Dios buscaba a través de ello:


Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.

Éxodo 20:20


¡Dios quería que su pueblo no peque! Ahora, ¿cuál era la diferencia entre Moisés y el resto del pueblo? ¿Por qué él sí pudo acercarse mientras los demás tuvieron miedo y se mantuvieron a la distancia? Quizá la respuesta la podemos encontrar en este otro pasaje de la Escritura:


En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

1Jo 4:18


Es interesante la cantidad de interpretaciones “románticas que hemos escuchado de estos versículos. Sin embargo, el pasaje en su contexto es claro. El perfecto amor, es decir, la obediencia a Cristo (Juan ha dicho muchas veces antes que el amor a Dios se manifiesta en el amor a los hermanos y en guardar los mandamientos) echa fuera el temor. ¿Cuál temor? Eso está en el versículo 7: temor al día del juicio, en otras palabras, es no tener certeza de la salvación debido a una conciencia manchada, es temor al castigo por el pecado. Moisés no tenía miedo de acercarse a Dios porque sabía que su corazón estaba limpio de pecado, él había sido “perfeccionado en el amor”. El pueblo, en cambio, tenía el corazón tan torcido que estaba listo para construir un becerro de oro en pocos días. Por eso había temor. Sabían que Dios es santo y ellos preferían mantenerse lejos de esa santidad, porque no la compartían.

En realidad, el temor de Dios no debería ser, para el creyente, un sentimiento escalofriante que paraliza al ser humano, pero tampoco es algo tan sencillo como una reverencia civilizada. Es debido a que tememos a Dios que tomamos la decisión de vivir en sabiduría, bajo los principios de su Santa Palabra.

Ahora veamos otro texto:


“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”.

Proverbios 9:10


El proverbista usa un paralelismo sinónimo y compara al temor de Dios con el conocimiento. Sabiduría e inteligencia poseen un significado similar: un comportamiento ético y moral. Ahora bien, el conocimiento del Señor no es un saber intelectual, sino que refleja una relación íntima con Dios que está basada en la obediencia. El conocimiento de Dios procede de un estudio constante de las Escrituras, que se refleja en la aplicación de sus principios. El temor al Señor, entonces, expresa una sumisión reverente a su voluntad, que es una característica del verdadero creyente.

El temor de Dios, entonces, es más que solamente reverencia o un sentimiento de espanto. Temer a Dios implica acción. Observemos otro texto bíblico:


“No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos”.

Proverbios 3:7-8


Una manera efectiva y concreta de saber que tenemos temor de Dios es apartándonos del mal. En el versículo 7, vemos un contraste entre la sabiduría humana y la sabiduría que viene de Dios. La primera está basada en el orgullo y la superación personal, mientras que la segunda procede del temor de Dios que se manifiesta en una vida alejada de los hábitos pecaminosos o inmorales. Nos damos cuenta, entonces, que somos temerosos de Dios a través de la obediencia a sus principios.

El resultado de un adecuado temor de Dios es, como leemos en el versículo 8, medicina para el cuerpo y refrigerio para los huesos. En la antigua literatura judía, muchas veces se utilizaba la figura del cuerpo físico para ilustrar un bienestar espiritual. Recordemos que en el Antiguo Testamento el ser humano es un ser integral que experimenta su situación espiritual de manera física. En los capítulos 28-30 de Deuteronomio, Dios aclaró que la obediencia del pueblo se convertiría en prosperidad material y posesión de la tierra, mientras que la desobediencia llevaría a la indigencia y al destierro. Este versículo puede referirse a la bendición integral que Dios prometió en el Pentateuco para aquellos que obedecían lo que estaba establecido en la Ley de Moisés. Sin embargo, eso era en el Antiguo Testamento, bajo el pacto de la Ley. Actualmente vivimos bajo un Nuevo Pacto, y la bendición de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús. Nosotros podemos aplicar este versículo a nuestras vidas en el sentido que el temor a Dios y la obediencia a sus mandamientos son una evidencia de nuestra salvación. Como creyentes en Cristo, el resultado es que tememos a Dios y que, en palabras del apóstol Pablo, nos hemos:


“despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”.

Colosenses 3:9-10


La exhortación a evidenciar el temor de Dios a través de alejarnos de la maldad se repite:


“El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco”.

Proverbios 8:13


Si bien la expresión el mal camino abarca todos los pecados, es interesante que este versículo mencione específicamente dos actitudes que son contrarias al temor de Dios: el orgullo y la boca perversa. Debemos recordar que, si deseamos temer al Señor, es necesario que pongamos un especial cuidado para evitar el pecado de la arrogancia y el mal uso de nuestras palabras. En toda la Biblia se advierte sobre los peligros de la soberbia e incluso encabeza una lista de las sietes cosas que Dios aborrece (Pr. 6:16-17). La arrogancia hace que el ser humano confíe en su autosuficiencia y se olvide de Dios. Lógicamente, cuando somos orgullosos, pensamos solamente en nosotros mismos, buscamos nuestro propio placer instantáneo, nos volvemos egoístas y despreciamos a las demás personas. Así desobedecemos los dos principales mandamientos, que son amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos (Mt. 22:37-40).

Después de analizar en la Biblia lo que es el temor de Dios, llegamos a la conclusión de que para experimentarlo de una forma real, se deben atravesar varias etapas. Primero está el miedo por el castigo, que es normal. Este miedo lleva a la obediencia, la obediencia evoluciona en conocimiento y el conocimiento se convierte en relación, hasta llegar al un punto de la relación en que la obediencia es solo por amor y no por conveniencia.

Es ahí precisamente cuando dejamos de tener miedo de la condenación o el juicio de Dios, y nuestro temor se transforma en dependencia de Dios y pasión por guardar Su Palabra. Esa misma Palabra es como un espejo que permite que veamos nuestro interior. Al inicio, por supuesto, vemos cosas terribles que no nos gustan, pero con el pasar de tiempo, el poder mirarnos al espejo de la Palabra y dejar que el Señor nos vaya perfeccionando se vuelven un deleite. En ese proceso, nos gozamos en obedecer por amor, en aprender con humildad y permitir que Dios nos moldee y utilice según su voluntad, cuando experimentamos el temor de bíblico Dios.

Temer a Dios es amarlo de tal manera que damos la vida por Él. Y, aunque no se trata de tenerle miedo, sí estamos conscientes de que, si lo ofendemos, conoceremos su carácter santo y su disciplina.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Yo Quiero Ser Un "Adorador"... Pero No Sé Cantaaar...!!

Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.

Isaías 29:13

¿Sientes que has visto esto en algún lugar? ¿No fue en un sinnúmero de celebraciones y conciertos cristianos en los que se entonan canciones espectaculares, con arreglos dignos de grandes compositores, lloramos, levantamos las manos, pero cuando terminan, nada cambió? A eso le hemos puesto el nombre de “adoración”. Es más, podemos ir a la librería más cercana y encontrar el más reciente CD que dice “Alabanza y Adoración”. Claro, alabanza es cantar con música movida, y adoración es entonar melodías lentas que nos muevan al llanto. Incluso olvidamos, en ocasiones, que la alabanza debe ser para Dios, y esperamos que sea enfocada a sacudir nuestras emociones. Sí, en el siglo XXI, la adoración se resumió en música, pero, ¿qué dice la Biblia al respecto?

Es importante comenzar con una definición bíblica de lo que es adoración. Las palabras en los idiomas originales tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento literalmente significan “postrarse”, “arrodillarse”, “inclinarse”. Esto nos da la idea de una persona que se encuentra tan maravillada por la inmensa majestad de Dios, que simplemente no puede permanecer de pie. La grandiosidad del Señor nos debería hacer postrarnos con una actitud de reverencia y con el propósito rendir todo lo que somos. Para que exista una verdadera adoración, es necesario que reconozcamos en nuestro corazón que el objeto de la adoración es el carácter de Dios como Señor, Soberano y Dueño.

Adorar no es decirle al Señor, “dame, dame, dame”, al contrario, es decirle, “te doy, te doy, te doy”. Adoración no es pedir, sino ofrecer. La oración también debe ser una forma de adorar al Señor, ya que por medio de ella podemos decirle lo que Él es, humillándonos, dando gracias, reconociendo su majestad, su soberanía, su poder total, y nuestra necesidad por Él. Cuando admiras la grandiosidad de Dios, no quieres exigir nada porque Él es tu Señor, no quieres pedir nada, sólo postrarte y decirle “aquí estoy”. La Biblia nos muestra que la adoración a Dios no podía hacerse “con las manos vacías”:

Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías.

Deuteronomio 16:16

Por lo tanto, la adoración incluía una ofrenda para ser sacrificada. La adoración en el Antiguo Testamento, entonces, no era solamente cuando el pueblo le decía cosas lindas al Señor, sino que también se le hacía un altar, ahí le adoraban presentándole sacrificios y oraban. Generalmente este era un acto público. La adoración no era pedir, era dar, y no se concebía sin el sacrificio.

“A ver, chicos, ¿están diciendo que tenemos que traer sacrificios delante de Dios para adorarle? ¡Pero eso es en el Antiguo Testamento!” Pues déjanos decirte que, como Jesucristo no vino a anular la Ley, sino a cumplirla, en el Nuevo Testamento nuestra verdadera adoración también demanda un sacrificio:

Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.

Romanos 12:1

La alabanza a Dios es algo muy importante. Por esa razón tenemos 150 Salmos que exaltan la majestad de Dios. Sin embargo, esta es sólo una pequeña parte de lo que es la adoración. La música es un reflejo humano para demostrar nuestros sentimientos hacia Dios: devoción, amor, gratitud, y todo lo que está en nuestro corazón. Pero es sólo una forma de expresarnos, no encierra toda la esencia de la adoración en sí. La forma integral y completa de adorar verdaderamente al Señor es, como vimos en Romanos 12:1, por medio de tu sacrificio vivo, SANTO, dándole al Señor tu vida y permitiendo que la voluntad de Él se cumpla en ella. LA VERDADERA ADORACIÓN ES TU VIDA, es entregarnos a la voluntad del Señor, entregarla a la verdad.

Ahora bien, este pasaje nos habla de un “sacrificio vivo”. El sacrificio implica muerte, pero el versículo no nos está hablando de suicidio, por eso nosotros debemos ser sacrificios, pero vivos. Entonces, ¿qué implica el hecho de presentar nuestros cuerpos como sacrificio? Implica morir al pecado y atravesar por aflicciones. Implica que tú prefieras las aflicciones de Dios antes que las del mundo. Implica que te sacrifiques por Dios. Así vamos a comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, que está descrita explícitamente en la Biblia:

Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación.

1Tesalonicenses 4:3

Dios no demanda de nosotros una adoración ritualista o tradicionalista. Jesús dijo que Dios busca adoradores sinceros, que lo hagan “en espíritu y en verdad”:

Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad.

Juan 4:23-24

¿Qué significa adorar “en espíritu y en verdad”? Bueno, una de las reglas de la interpretación bíblica nos obliga a buscar la respuesta dentro del mismo evangelio de Juan. ¿Qué nos dice del Espíritu?

Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré. Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque no creen en mí; de justicia, porque yo voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado. Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir.

Juan 16:7-13

Bueno, entonces según Juan, el Espíritu tiene como función convencernos de nuestro pecado, de justicia y de juicio, y, además, nos guiará a toda verdad. Es interesante que aquí estén estas dos palabras juntas nuevamente. Entonces, podemos decir que una adoración basada en el Espíritu es aquella que nos lleva a toda verdad. Pero, ¿qué es verdad? Juan también tiene la respuesta.

Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.

Juan 17:17

¡Bingo! Entonces, adorar al Señor “en espíritu y verdad” no es otra cosa que dejar el pecado, obedecer la justicia y guiarnos en la Palabra de Dios.

El problema es que hemos puesto a la obediencia como lo menos relevante cuando hablamos de adoración, cuando debería ser lo más importante. Hemos puesto las prioridades al revés. Buscamos “adorar” para llenarnos interiormente, para sentirnos mejor, sentirnos alegres, poniendo el enfoque de la adoración en nosotros mismos y no en Dios. La adoración verdadera no se refleja en un CD, sino con el fruto que manifiestan nuestras vidas. Es hermoso cuando cantamos y alabamos a Dios, pero jamás podemos sustituirlo por la verdadera adoración. Es decir, por más bella que sea una alabanza, si no va acompañada de frutos de arrepentimiento, simplemente no es adoración.

Queremos dejarte con estas palabras de Jesús. ¿Realmente lo amas? Entonces adórale en Espíritu y verdad. El Señor te sorprenderá en el proceso.

El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre;

y yo lo amaré y me manifestaré a él.

Juan 14:21

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Basta De Prometer Bendición - Ricardo Gondim


por Ricardo Gondim

Ya no se soporta más tanta promesa de bendición. Molesta tener que oír a los pastores ofreciendo los más prósperos votos de felicidad y protección divina en cada culto. Ser bendecido se volvió casi una obsesión evangélica nacional.

Se promete tanta riqueza, salud física y felicidad que, por el número de campañas de oración realizadas, Brasil ya debería haber mejorado algunos de los índices de calidad de vida de las Naciones Unidas; con algo de alivio en la distribución de las ganancias o menos filas en los dispensarios públicos.

Basta de prometer bendición. La espiritualidad cristiana con sus oraciones, ritos y expectativas no gira en torno a la intención de ganar el beneficio celestial. El énfasis de los evangelios no se resume en un solo tema. Jesús les recordó a sus primeros discípulos que antes de preocuparse en salvar la vida, ellos necesitaban estar dispuestos a perderla (Marcos 8:35)

La magnitud de una causa no está determinada por aquello que sus seguidores ganan al conseguirla, sino por el precio que están dispuestos a pagar por ella.


Basta de prometer bendición. Los auditorios colmados de personas ávidas por recibir mayor auxilio divino favorecen el egocentrismo. Cuanto más se promete, más se quiere recibir. Ese camino no tiene fin. El salmo 106 narra el comportamiento de los judíos durante el período de su liberación del cautiverio egipcio.

Luego de sucesivos milagros, el pueblo parecía no saciarse, siempre exigiendo más. Esa fascinación por la siguiente intervención divina se transformó en codicia, y el versículo 15 nos deja una dura declaración:

“Y él les dio lo que pidieron,
pero les envió una enfermedad devastadora”.
Basta de prometer bendición. La Biblia no puede reducirse a una cajita de afirmaciones optimistas. Para seguir con su discurso de carácter práctico, la mayoría de los pastores sólo citan textos sacados del Antiguo Testamento y, aún, del período judío anterior al exilio.

Los sermones que buscan enfatizar bendiciones dejan de lado los textos contundentes del Nuevo Testamento en que los cristianos son convocados a vivir en un mundo cruel y doloroso. Jesús no intentó “dorar la píldora” y tampoco encubrió la verdad:
… en este mundo afrontarán aflicciones… (Juan 16:33)
Paulo advirtió a la Iglesia a no imaginarse bajo un caparazón de prosperidad:
Después de anunciar las buenas nuevas en aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, Pablo y Bernabé regresaron (…) fortaleciendo a los discípulos y animándolos a perseverar en la fe. "Es necesario pasar por muchas dificultades para entrar en el reino de Dios", les decían. (Hechos 14:21-22)
Jesús reveló a la iglesia de Esmirna, en el Apocalipsis, el tenor de su misión:
“No tengas miedo de lo que estás por sufrir” (Apocalipsis 2:10)
Basta de prometer bendición. Quien se obliga verbalmente a dar todo, si es adorado, es el diablo; nunca Dios (Mateo 4:9). La espiritualidad judeocristiana no se establece sobre el utilitarismo. Dios no quiere adoración por lo que Él da, sino por lo que Él es.

En el libro de Job, Satanás hizo una acusación gravísima a Dios. Él intentó incriminar a Jehová de ser amado por sus hijos por soborno:
Satanás replicó:
¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio?” (Job 1:9)
La narrativa poética del libro entero deja claro que el Señor no era amado por sus innumerables bendiciones sobre la vida y la familia de Job que, pobre, aún puede exclamar:
“Desnudo salí del vientre de mi madre,
y desnudo he de partir.
El Señor ha dado; el Señor ha quitado.
¡Bendito sea el nombre del Señor!” (Job 1:21)
Basta de prometer bendiciones. La virtud cristiana que debe buscarse prioritariamente es la justicia. En el Sermón del Monte, los que tuvieren hambre y sed de justicia serán saciados (Mateo 5:6). Cuando el cristianismo destaca la promoción de la justicia, todas las demás bendiciones se vuelven secundarias (Mateo 6:33). Además, no existe predicación legítimamente evangélica sin la búsqueda del derecho:
… porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. (Romanos 14:17)
Antes de ambicionar para sí la benevolencia del Señor, los creyentes deberían anhelar la promesa de Isaías 61:3:
Serán llamados robles de justicia,
plantío del Señor, para mostrar su gloria.
La Iglesia Evangélica crece velozmente en Brasil, pero ¿se habrá dado cuenta de todas las implicaciones de lo que significa seguir a Cristo?

Soli Deo Gloria.

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N. del T. Este texto hace parte del último libro de Ricardo Gondim llamado “O que os evangélicos [não] falam”, aún no editado en español.

Para más artículos de Ricardo Gondim, visita su blog: http://www.gondimenespanol.blogspot.com/
Traducido del portugués por Gabriel Ñanco