jueves, 18 de septiembre de 2008

Temor de Dios: Uyyyy Qué Miedoooooo...!!

No hay duda que vivimos en una cultura inspirada por el temor. La palabra de moda es “terrorismo”. La sociedad está asustada y tiene miedos que se derivan de varios factores. El temor es una parte importante de la psicología del ser humano occidental del siglo XXI. Lo interesante es que la Biblia nos dice que es correcto tener temor, pero, al parecer, estamos enfocando nuestro miedo en “los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar” (Mateo 10:28). ¿Debemos tener temor? Sí, la Biblia nos dice que debemos tener temor de Dios, y esto es más que simplemente un acto de respeto.

Al hacer este estudio descubrimos una realidad innegable: definitivamente, nuestra teología, la manera en la que vemos a Dios, recibe mucha influencia de nuestra experiencia. Tuvimos varios debates y hasta surgió la propuesta de cambiar de tema. Sin embargo, el Señor nos guió a despojarnos de nuestro orgullo, a renunciar a nuestras ganas de querer tener la razón, y a sacarnos nuestros “lentes teológicos” para escudriñar qué realmente dice la Biblia al respecto.

En nuestra búsqueda nos encontramos con este texto:


“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza”.

Proverbios 1:7


Lo contrario del temor de Dios es un desprecio a la sabiduría, es decir, a una vida ética y moral de acuerdo a las enseñanzas de la Palabra de Dios.

La palabra “temor” tiene varios sentidos en la Biblia, pero el contexto determinará su significado. Si bien el término temor puede entenderse como reverencia o piedad, el sentido de esta palabra es un poco más profundo. La palabra en el idioma original se usa para describir el pánico, un estado aterrorizado, el permanecer en estupor o boquiabierto, y la reverencia. Cuando se trata del temor de Dios, el concepto incluye los aspectos de encogerse por el espanto y de permanecer boquiabierto delante de Él.

La Biblia nos muestra algunos ejemplos de este tipo de miedo. Moisés habla al pueblo de Israel y les recuerda la actitud que ellos tuvieron mientras él hablaba cara a cara con Dios:


Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte.

Deuteronomio 5:5


En este caso, los israelitas realmente sintieron pavor cuando presenciaron esta manifestación divina. El relato lo encontramos en Éxodo 20:18-21 y también está el objetivo que Dios buscaba a través de ello:


Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.

Éxodo 20:20


¡Dios quería que su pueblo no peque! Ahora, ¿cuál era la diferencia entre Moisés y el resto del pueblo? ¿Por qué él sí pudo acercarse mientras los demás tuvieron miedo y se mantuvieron a la distancia? Quizá la respuesta la podemos encontrar en este otro pasaje de la Escritura:


En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

1Jo 4:18


Es interesante la cantidad de interpretaciones “románticas que hemos escuchado de estos versículos. Sin embargo, el pasaje en su contexto es claro. El perfecto amor, es decir, la obediencia a Cristo (Juan ha dicho muchas veces antes que el amor a Dios se manifiesta en el amor a los hermanos y en guardar los mandamientos) echa fuera el temor. ¿Cuál temor? Eso está en el versículo 7: temor al día del juicio, en otras palabras, es no tener certeza de la salvación debido a una conciencia manchada, es temor al castigo por el pecado. Moisés no tenía miedo de acercarse a Dios porque sabía que su corazón estaba limpio de pecado, él había sido “perfeccionado en el amor”. El pueblo, en cambio, tenía el corazón tan torcido que estaba listo para construir un becerro de oro en pocos días. Por eso había temor. Sabían que Dios es santo y ellos preferían mantenerse lejos de esa santidad, porque no la compartían.

En realidad, el temor de Dios no debería ser, para el creyente, un sentimiento escalofriante que paraliza al ser humano, pero tampoco es algo tan sencillo como una reverencia civilizada. Es debido a que tememos a Dios que tomamos la decisión de vivir en sabiduría, bajo los principios de su Santa Palabra.

Ahora veamos otro texto:


“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia”.

Proverbios 9:10


El proverbista usa un paralelismo sinónimo y compara al temor de Dios con el conocimiento. Sabiduría e inteligencia poseen un significado similar: un comportamiento ético y moral. Ahora bien, el conocimiento del Señor no es un saber intelectual, sino que refleja una relación íntima con Dios que está basada en la obediencia. El conocimiento de Dios procede de un estudio constante de las Escrituras, que se refleja en la aplicación de sus principios. El temor al Señor, entonces, expresa una sumisión reverente a su voluntad, que es una característica del verdadero creyente.

El temor de Dios, entonces, es más que solamente reverencia o un sentimiento de espanto. Temer a Dios implica acción. Observemos otro texto bíblico:


“No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos”.

Proverbios 3:7-8


Una manera efectiva y concreta de saber que tenemos temor de Dios es apartándonos del mal. En el versículo 7, vemos un contraste entre la sabiduría humana y la sabiduría que viene de Dios. La primera está basada en el orgullo y la superación personal, mientras que la segunda procede del temor de Dios que se manifiesta en una vida alejada de los hábitos pecaminosos o inmorales. Nos damos cuenta, entonces, que somos temerosos de Dios a través de la obediencia a sus principios.

El resultado de un adecuado temor de Dios es, como leemos en el versículo 8, medicina para el cuerpo y refrigerio para los huesos. En la antigua literatura judía, muchas veces se utilizaba la figura del cuerpo físico para ilustrar un bienestar espiritual. Recordemos que en el Antiguo Testamento el ser humano es un ser integral que experimenta su situación espiritual de manera física. En los capítulos 28-30 de Deuteronomio, Dios aclaró que la obediencia del pueblo se convertiría en prosperidad material y posesión de la tierra, mientras que la desobediencia llevaría a la indigencia y al destierro. Este versículo puede referirse a la bendición integral que Dios prometió en el Pentateuco para aquellos que obedecían lo que estaba establecido en la Ley de Moisés. Sin embargo, eso era en el Antiguo Testamento, bajo el pacto de la Ley. Actualmente vivimos bajo un Nuevo Pacto, y la bendición de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús. Nosotros podemos aplicar este versículo a nuestras vidas en el sentido que el temor a Dios y la obediencia a sus mandamientos son una evidencia de nuestra salvación. Como creyentes en Cristo, el resultado es que tememos a Dios y que, en palabras del apóstol Pablo, nos hemos:


“despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”.

Colosenses 3:9-10


La exhortación a evidenciar el temor de Dios a través de alejarnos de la maldad se repite:


“El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco”.

Proverbios 8:13


Si bien la expresión el mal camino abarca todos los pecados, es interesante que este versículo mencione específicamente dos actitudes que son contrarias al temor de Dios: el orgullo y la boca perversa. Debemos recordar que, si deseamos temer al Señor, es necesario que pongamos un especial cuidado para evitar el pecado de la arrogancia y el mal uso de nuestras palabras. En toda la Biblia se advierte sobre los peligros de la soberbia e incluso encabeza una lista de las sietes cosas que Dios aborrece (Pr. 6:16-17). La arrogancia hace que el ser humano confíe en su autosuficiencia y se olvide de Dios. Lógicamente, cuando somos orgullosos, pensamos solamente en nosotros mismos, buscamos nuestro propio placer instantáneo, nos volvemos egoístas y despreciamos a las demás personas. Así desobedecemos los dos principales mandamientos, que son amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos (Mt. 22:37-40).

Después de analizar en la Biblia lo que es el temor de Dios, llegamos a la conclusión de que para experimentarlo de una forma real, se deben atravesar varias etapas. Primero está el miedo por el castigo, que es normal. Este miedo lleva a la obediencia, la obediencia evoluciona en conocimiento y el conocimiento se convierte en relación, hasta llegar al un punto de la relación en que la obediencia es solo por amor y no por conveniencia.

Es ahí precisamente cuando dejamos de tener miedo de la condenación o el juicio de Dios, y nuestro temor se transforma en dependencia de Dios y pasión por guardar Su Palabra. Esa misma Palabra es como un espejo que permite que veamos nuestro interior. Al inicio, por supuesto, vemos cosas terribles que no nos gustan, pero con el pasar de tiempo, el poder mirarnos al espejo de la Palabra y dejar que el Señor nos vaya perfeccionando se vuelven un deleite. En ese proceso, nos gozamos en obedecer por amor, en aprender con humildad y permitir que Dios nos moldee y utilice según su voluntad, cuando experimentamos el temor de bíblico Dios.

Temer a Dios es amarlo de tal manera que damos la vida por Él. Y, aunque no se trata de tenerle miedo, sí estamos conscientes de que, si lo ofendemos, conoceremos su carácter santo y su disciplina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hello!!
Sabes este blog es muy interesante, porque hay muchas personas que confundimos el temor a Dios con algo como terror, escalofriante, angustia, etc.. mucho antes yo tenía temor a que un día yo llegué a recibir castigo, y como dices es nuestra conciencia que no está limpia totalmente, gracias a Dios ahora estoy conociendo que significa verdaderamente tener temor a Dios, e invito a todos a tener esa disposición de escuchar, obedecer y atesorar la palabra. La misericordia de Dios es infinita y se renueva cada día, añoremos esa misericordia, no temamos conocer su verdad, antes atrévete a conocer y obedecer, y verás como Dios transforma nuestra vida!
Gracias Mariqui por este tema, fue de mucha bendición!!
chauu
God With Me

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con lo que la Escritura dice acerca del temor a Dios. Si cada uno de nosotros tuvieramos esa clase de temor y no solo de una simple reverencia nuestras vidas serian de impacto perdurable. Att. Jose A. S.