domingo, 16 de noviembre de 2008

Señor, ¡Perdóname por no ser millonario! 1ra parte


Señor, he trabajado arduamente, pero no logro ahorrar para comprarme un Mercedes Benz como ese hermanito de mi iglesia. Diezmo hasta la menta y el comino, y las hojitas de cedrón que nacen en mi maceta. Ofrendo hasta lo que no tengo, y a pesar de que hice ese pacto contigo, me han dicho que me hace falta fe porque sólo tengo para cubrir mis necesidades. Trato de ser bueno, pero debo estar fallando en algo, porque no me han subido el sueldo. Ya no tengo cara para entrar a la iglesia con la misma ropa de siempre. Mi viejo carrito demuestra que no sé discernir tus buenos planes para mí. Sé que debo estar en pecado porque me han enseñado que tú quieres que seamos prosperados y que el pecado detiene la bendición. Tú has jurado por ti mismo que me vas a bendecir, y como tú no mientes, exijo que me lo cumplas. ¿O el error es mío? Perdóname, Señor, ten misericordia de mí. Perdóname, Señor, por mi falta de fe. Perdóname, Señor, por no ser millonario...

Aunque esta introducción podría parecer un poco jocosa, lamentablemente describe la cruda realidad de muchas personas que han recibido enseñanzas torcidas que se dan ahora en iglesias, libros, predicaciones, música, etcétera. En la actualidad se mide la “espiritualidad” o el “nivel de compromiso cristiano” de la misma forma en la que se mide el “éxito” en el mundo secular. La cantidad de tu dinero te da autoridad, respeto, poder, admiración, ministerio, etcétera. Si te falta dinero, entonces estás en pecado, hay algo con tu vida, y no eres digno de las cosas anteriormente mencionadas. A continuación, les mostramos unos poquísimos ejemplos de falsas enseñanzas, porque es impresionante la cantidad de iglesias que están comenzando a abrazar estas doctrinas:

“Ser pobre es un pecado”.
Robert Tilton, Tele evangelista internacional y pastor del Word-of-Faith Family Center en Dallas, Texas.

“Si agradamos a Dios seremos ricos”.
Jerry Savelle, Maestro y autor de varios libros sobre prosperidad.

“Dios quiere que sus hijos usen las mejores ropas. Quiere que conduzcan los mejores automóviles y quiere que tengan lo mejor de todo: basta con pedir lo que necesitemos. Pocas personas saben hoy que pueden escribir su propia ‘orden de compra’ a Dios”.
Kenneth Hagin, Maestro y presidente del Seminario Rhema en Oklahoma.


Realmente no pueden existir mayores mentiras que las descritas arriba. No existe sustento bíblico serio que apoye estas afirmaciones. Al contrario, como veremos a continuación, la Palabra nos advierte en contra de la avaricia y el querer hacernos ricos.

En la Biblia encontramos ejemplos de creyentes que sentían remordimiento cuando fallaban a Dios porque conocían lo que a Él le ofende, según lo que está en la Biblia, que es la Palabra Profética más segura. Ahora, en cambio, el remordimiento surge cuando no se alcanza un cierto nivel económico, un milagro de sanidad o la adquisición de un bien, y se cree que esta es la evidencia de estar en pecado.

Antes de seguir, queremos aclarar que tenemos la convicción de que Dios no quiere que pasemos miseria.

Yo fui joven, y ya soy viejo, y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan.
Salmo 37:25

El Señor nos ha prometido darnos sustento y abrigo.

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta… Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos… No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mateo 6:25-32

Es por eso que si estamos con los ojos en Dios, no nos debemos preocupar sobre cómo vamos a suplir nuestras necesidades. Si buscamos primeramente el reino de Dios, todo lo demás estará bien.

Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Mateo 6:33-34

Aquí debemos aclarar que “todas estas cosas”, en el contexto se refiere específicamente a comida y vestido. No está hablando de carros, casas, lujos, deleites y todos los anhelos carnales que cada uno de nosotros podría tener en mente.

Comenzamos a estudiar sobre este tema porque estamos sumamente tristes al ver que la motivación de muchas personas que se acercan al evangelio es solucionar sus problemas económicos. En nuestra investigación, encontramos taaaaaaaanta cantidad de textos bíblicos que nos hablan sobre no confiar en riquezas ni acumularlas, ni perseguirlas, que nos advierten sobre la avaricia y las cosas vanas de este mundo, que ni siquiera es necesario que demos nuestra opinión. Por ahora, mejor vamos a dejar que la Palabra hable por sí sola.

Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que mi mano hallase mucho; si he mirado al sol cuando resplandecía, o a la luna cuando iba hermosa, y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano; esto también sería maldad juzgada; porque habría negado al Dios soberano.
Job 31.24-28

No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas.
Salmos 62.10

Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Lucas 16:13

El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas.
Proverbios 11.28

El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; mas el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa.
Proverbios 28.20

No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste.
Proverbios 23.4

El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
Eclesiastés 5.10

(Hablando sobre los obispos)
No dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro.
1 Timoteo 3.3

Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
Lucas 12.13-21

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre (Salmo 118.6).
Hebreos 13.5-6

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Juan 2.15-17

¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.
Santiago 5.1-6

No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
Mateo 6:19-21

Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias.
Efesios 5.3-4

Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal
Filipenses 3.18-19

Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
Colosenses 3.2-4

Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites
Santiago 4.2-3

No temas cuando alguno se enriquece, cuando la gloria de su casa aumenta; porque nada se llevará cuando muera, ni su gloria descenderá con él. Aunque mientras viva, a sí mismo se felicite (y aunque los hombres te alaben cuando prosperes), irá a reunirse con la generación de sus padres, quienes nunca verán la luz.
Salmos 49:16-19

Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, éste es el que oye la palabra, mas las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto.
Mateo 13:22

Al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
2 Corintios 4:18

A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.
1Timoteo 6:17-19

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.
2 Timoteo 3.1-5


La pobreza NO es evidencia del pecado

Uno de los textos que más nos sorprendió fue Lucas 15:19-31, en el que vemos que Lázaro, a pesar de ser pobre, sí llegó al cielo, mientras que el rico, a diferencia de lo que se predica en las iglesias actuales, fue a un lugar de tormento. Contra todos los pronósticos, un pobre alcanzó bendición eterna, mientras que el que prosperó económicamente en la tierra, fue condenado. Se fue al infierno.

Ser pobre no es pecado, más bien, el pecado es despreciar al pobre:
Hermanos míos, no tengáis vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo con una actitud de favoritismo. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y vestido de ropa lujosa, y también entra un pobre con ropa sucia, y dais atención especial al que lleva la ropa lujosa, y decís: Tú siéntate aquí, en un buen lugar; y al pobre decís: Tú estate allí de pie, o siéntate junto a mi estrado; ¿no habéis hecho distinciones entre vosotros mismos, y habéis venido a ser jueces con malos pensamientos? Hermanos míos amados, escuchad: ¿No escogió Dios a los pobres de este mundo para ser ricos en fe y herederos del reino que El prometió a los que le aman? Pero vosotros habéis menospreciado al pobre. ¿No son los ricos los que os oprimen y personalmente os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre por el cual habéis sido llamados? Si en verdad cumplís la ley real conforme a la Escritura: AMARAS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO, bien hacéis.
Santiago 2:1-8

Nos parece que está claro. Las falsas enseñanzas se basan en poquitos pasajes generalmente sacados de contexto o tomados del Antiguo Testamento (es decir, si queremos las bendiciones de Deuteronomio 28, entonces ¡cumplamos la Ley de Moisés!). Sin embargo, más contundentes y numerosos son los pasajes bíblicos que nos advierten a no poner el corazón en las riquezas. Los textos hablan por sí mismos. Y realmente tenemos mucho qué comentar, pero lo dejaremos para la segunda parte de este artículo. Por ahora, nos pareció suficiente dejar que solamente la Palabra nos confronte. Seamos responsables estudiando toda enseñanza a la luz de la Escritura, para que no seamos presas fáciles de los falsos maestros que se aprovechan del abandono de los asalariados. No nos conformemos con quedarnos en la ignorancia, no nos amoldemos con doctrinas que ofrecen lo mismo que el mundo ofrece.

martes, 11 de noviembre de 2008

Pagaron con sus vidas...


La sociedad light en la que vivimos demanda también un evangelio light. Por favor, que no se hable de "pecado" para no ofender a nadie. Hagamos una iglesia "amigable para los visitantes". Subrayemos "bendiciones". Demadas del discipulado??? "ASÍ NADIE VA A QUERER SER CRISTIANO"... Mejor hablemos de la fe que mueve montañas, de la fe que mueve el brazo de Dios. Mejor hablemos de prosperidad y prometamos a la gente que Dios nos va a dar todo lo que se cruce por nuestra mente. "SEAMOS HÉROES DE FE".

Pero, qué dice la Escritura? Jesús dijo:

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame. Marcos 8:34

Qué dice la historia? Los apóstoles pagaron con sus vidas el hecho de seguir a Cristo. Los primeros cristianos derramaron sangre por no negar el nombre de su Salvador. Para realmente ser héroes de fe, debemos estar dispuestos a seguir a Cristo sin importar las consecuencias.

El verdadero mensaje de la Biblia está muy lejos del cuento de hadas que nos quieren pintar en muchos libros, predicaciones, canciones, etcétera. No hay manera en que el evangelio pueda ser light. Si la salvación costó la vida de Cristo, a nosotros no puede costarnos menos de toda nuestra vida.

Este video lo tomamos prestado de nuestros amigos de Es Hora de Ser Real. Aquí podemos ver lo que pasa con los verdaderos HÉROES DE FE.


domingo, 2 de noviembre de 2008

Tengo fe en lo que quiero, y lo quiero AHORAAAA!!!!

Según la Biblia, fe es... bueno esa es una larga historia.

El significado bíblico de la fe tiene que ser estudiado desde tres puntos de vista diferentes:
1. La fe como un acto de creer.
2. La fe como la sustancia de lo que creemos.
3. La fe como fidelidad.


El término usado en el Antiguo Testamento es ‘emukah, y sus acepciones son fidelidad, lealtad, honestidad, estabilidad y firmeza. En el griego, la palabra es pistis y su significado habla de lo que se puede creer, un estado de certeza, confiar, creer al punto de tener una total confianza, un voto de fidelidad o promesa. El diccionario de Strong define pistis como persuasión o credibilidad; convicción moral de una verdad religiosa, o de la veracidad de Dios o de un maestro religioso, especialmente dependencia en Cristo para salvación; de manera abstracta constancia en tal profesión; la verdad en sí misma, seguridad, creencia, fidelidad.

LA FE COMO UN ACTO DE CREER
Comencemos con lo que nos dicen comúnmente que es la fe. Hemos aprendido que fe simplemente es creer que podemos recibir cualquier cosa si tenemos certeza de eso. Es un asunto de visualizar algo en la mente, tener una actitud positiva de que va a convertirse en realidad, comenzar a decirlo en voz alta y no perder las esperanzas ni la buena actitud. Algunos afirman incluso que debemos crear un tipo de “embarazo” en nuestra mente, concebimos una idea, la gestamos, y pronto nacerá. Pero para que “crezca saludable” debemos decir y sentir que se trata de una realidad, aunque no lo sea. En realidad, es imposible cerrar los ojos ante la realidad que algo de verdad haya en esto y que haya una esfera de fe que sí tiene que ver con creer en algo que se anhela. Tenemos pasajes ineludibles que hablan de esto, por ejemplo:

En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar", y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas.
Marcos 11:23-24

O su paralelo en Mateo:

Y respondiendo Jesús les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera: mas si á este monte dijereis: Quítate y échate en la mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.
Mateo 21:21-22

Jamás podemos negar que a través de la fe podemos tener poder pero no es para utilizarlo de mala forma, es decir, para nuestros caprichos egoístas o deseos mundanos. Dios no nos ha dado la fe para nuestra conveniencia, sino para su propia conveniencia, para sus propósitos, porque a la final todo es para Él, absolutamente todo. Por supuesto que el Señor nos escucha y concede nuestros anhelos, pero, ¿cómo podemos tener fe en que algo va a suceder, si no tenemos fe en Dios primero? La fe no es simplemente un proceso en el cual primero deseo algo, después lo pido, lo declaro y lo tengo. Se habla mucho de que si confesamos con la boca, que si pedimos con fe, si pedimos creyendo, nos será dado. Sin embargo, tanto en este tema como en cualquier otro, siempre debemos ver las dos caras de la moneda para poder mantener el equilibrio. El creer en una cosa y recibirla por fe es algo que Dios nos regala, pero no debemos descuidar nuestra obligación para con Dios. Debemos entender cuál es el verdadero propósito por el cual Dios nos da fe. En primer lugar, eso de pedir y recibir, viene con una condición:

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho.
Juan 15:7

Para estar en la posición de recibir todo lo que queremos, primero debemos permanecer en Cristo y que sus palabras permanezcan en nosotros. Esto quiere decir que tenemos que tener una relación íntima de OBEDIENCIA con el Señor. No se trata simplemente de pedir antojos y ya. Otro pasaje nos muestra otra de las condiciones de esta esfera de la fe:

Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho.
1 Juan 5:14-15
Lo que pedimos, entonces, debe estar sujeto a la voluntad de Dios. Nuevamente, Dios no es el padre que malcría cediendo ante nuestros berrinches. Él nos dará todo lo que pedimos siempre y cuando esto vaya con Sus propósitos. Lo interesante es que cuando permanecemos en Él y Sus palabras permanecen en nosotros, como veíamos en Juan 15, entonces nuestros deseos provienen del corazón mismo de Dios y Él se complace en darnos lo que nuestro corazón anhela.

Jamás podemos pensar que nuestra fe puede ir más allá de la voluntad de Dios
. Es precisamente cuando queremos hacer uso de la fe para lograr las cosas a nuestro antojo, que perdemos la fe en Dios, nos alejamos de Él y nos desviamos de sus caminos. Comenzamos a verlo como “el genio de la lámpara”, en lugar de verlo como al Soberano al que debemos sujetar nuestra voluntad.
Cuando lo que pedimos no va de acuerdo con los planes de Dios para nuestra vida, los resultados son distintos:

Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.
Santiago 4:2-3

Si tenemos fe en Dios, vamos a saber cómo usar el poder que nos da esa fe. Los que no tienen fe suelen decir “me voy a sanar, me voy a sanar”, pero no hay fruto en sus vidas, no hay testimonio, no hay un reflejo de obediencia a la Palabra de Dios. Por eso dice Santiago que pedimos mal o decimos tener fe en cosas que no nos convienen. Cuando ponemos nuestra fe en las cosas, en querer, en desear, en anhelar, es porque está fallando nuestra fe en Dios, nuestra confianza en Él. Dejamos de descansar en Él en cualquier circunstancia. Últimamente se ha degenerado la palabra fe, puesto que hemos limitado su significado a creer únicamente de manera intelectual, pero Santiago es claro cuando se refiere a las personas que utilizan o que dan ese significado a la palabra fe. Dice Santiago que esta fe es muerta. Además, el autor bíblico va más allá al afirmar que también los demonios creen y tiemblan. A los demonios no les falta esa fe intelectual, por lo que no debemos conformarnos con eso.

LA FE COMO SUSTANCIA DE LO QUE CREEMOS

También tenemos la segunda esfera de la fe, es decir, la sustancia. La Biblia se refiere con frecuencia a la fe como aquello que es creído. Esta es una distinción muchas veces obviada. Veamos algunos ejemplos:

Amados, por el gran empeño que tenía en escribiros acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a contender ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos.
Judas 3

Aquí “la fe que ha sido una vez dada a los santos” es un cuerpo de doctrina y no un acto de la mente o el corazón. Algo similar observamos en el siguiente texto:

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.
1 Juan 5:4

Aquí se habla de lo que creemos y no meramente del acto de creer. En este caso tenemos un cuerpo de doctrina, pero más que eso, se trata de una Persona cuya fidelidad es la misma sustancia de la doctrina. Otro caso del uso objetivo es el siguiente:

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.
Hebreos 12:2

Aquí la fe significa lo que creemos en cuanto a Jesús. En este sentido, el capítulo 11 de Hebreos es muy significativo. En el primer versículo encontramos un significado de fe que el Señor mismo nos dejó:

Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Hebreos 11:1

Esa es la traducción tradicional, pero cuando vamos al idioma original, vemos que la palabra “certeza” tiene el sentido de “naturaleza, esencia, esperanza, confianza, sustancia”. El término “convicción”, en cambio, implica “evidencia para, prueba”. Por esa razón, Reina Valera 1909 lo traduce de una manera más apegada a la intención del idioma griego:

Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.
Hebreos 11:1

Al respecto, Oliver Buswell dice lo siguiente: “Pero si la fe bajo discusión aquí es el acto subjetivo de creer, ¿qué tenemos sino el hipersubjetivismo de la autollamada «ciencia cristiana»? ¿Acaso el escritor inspirado nos quería dar a entender que nuestra fe subjetiva en verdad es la sustancia de lo que esperábamos y la evidencia de lo que no vemos? Esto sería una idea contradicha por decenas de pasajes bíblicos. La fe bajo discusión aquí no es subjetiva sino objetiva. Lea este pasaje, y el capítulo entero, usando la definición, «lo que creemos en cuanto a Cristo» cuando ocurre la palabra «fe». «Lo que creemos en cuanto a Cristo es la sustancia de las cosas que esperamos, la evidencia de las cosas que no hemos visto». ¡Cuán sencillo y claro es! El sistema de verdad al cual seguimos, la verdad que tiene su centro en nuestro Señor Jesucristo, es la sustancia y la evidencia para todas las promesas bondadosas de Dios en cuanto a las cosas invisibles que se realizarán escatológicamente en la vida futura”.

LA FE COMO FIDELIDAD

Como vimos anteriormente, tanto en el hebreo como el griego, la palabra que se traduce “fe”, también significa “fidelidad”. Según el diccionario de la Real Academia Española, fidelidad es:
1.
f. Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona.

2.
f. Puntualidad, exactitud en la ejecución de algo.


Hebreos 11
siempre será uno de los mejores textos para hablar sobre la fe. Vemos que grandes personajes bíblicos lograron cosas increíbles, como Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué, etcétera. Pero si analizamos bien el texto, las maravillas que estos personajes observaron, no se dieron solamente por visualizar, confesar con la boca y tener una actitud positiva. Al contrario, vemos que ellos OBEDECIERON mandatos de Dios que parecían locura, y CONFIARON en que Dios tendría algún propósito al pedir cosas que para ellos fueron difíciles, desafiantes y que les causaron una buena dosis de sufrimiento. A pesar de esto, ellos fueron fieles.
Pero lo más sorprendente de Hebreos 11, sin duda, son los últimos versículos, aquellos a los que ya no nos gusta llegar:

¿Y qué más diré? Pues el tiempo me faltaría para contar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; quienes por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia, obtuvieron promesas, cerraron bocas de leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada; siendo débiles, fueron hechos fuertes, se hicieron poderosos en la guerra, pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron a sus muertos mediante la resurrección; (HASTA AQUÍ TODOS DICEN “AMÉN”???) y otros fueron torturados, no aceptando su liberación, a fin de obtener una mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y hasta cadenas y prisiones. Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a espada; anduvieron de aquí para allá cubiertos con pieles de ovejas y de cabras; destituidos, afligidos, maltratados (de los cuales el mundo no era digno), errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos éstos, habiendo obtenido aprobación por su fe, no recibieron la promesa, porque Dios había provisto algo mejor para nosotros, a fin de que ellos no fueran hechos perfectos sin nosotros.
Hebreos 11:32-40

Sí, sí, por la fe muchos vieron milagros impresionantes. Pero POR LA MISMA FE, OTROS SE ENCONTRARON CON POBREZA, DIFICULTADES Y SUFRIMIENTO. Esta fe permitió a personajes como Pablo, Pedro y al resto de los apóstoles, por citar un ejemplo, a seguir confiando en Dios, obedeciéndole y amándole aunque las cosas no vinieran fáciles. Sin embargo, hemos perdido el enfoque de lo que es realmente fe ante cualquier situación. Como nos hace falta fe, le pedimos lo que nos pueda hacer sentirnos seguros, como dinero, salud, estabilidad. Nos hace falta fe para vivir confiados en Dios aunque nos hicieran falta esas cosas.

CONCLUSIÓN

Con el paso del tiempo hemos confundido nuestra actitud positiva con la fe en Dios. Utilizamos mal la fe pensando que sólo sirve para obtener cosas que parecerían buenas. Pero como hemos visto, la fe tiene una esencia mucho más grande, más profunda: la de ser fiel, la de ser leal a Dios. Tener fe es enfrentar cualquier situación para poner en alto el nombre del Señor, como dice el evangelio de Juan, debemos menguar nosotros para que Dios sea el que crezca. Es incorrecto pensar que fe es simplemente creer en lo que yo quiero tener, con una actitud positiva, porque si preferimos nuestra fe en las cosas antes que la fe (que es fidelidad) en Dios, estamos perdiendo el tiempo. Dios no va a conceder algo que no está en Su voluntad, y mucho peor si se trata de un capricho. Y si lo cumple, ¡no será tan sencillo! Será para aleccionarnos como sucedió con el pueblo de Israel en el desierto.

Comieron y se hartaron, pues Dios les cumplió su capricho. Pero el capricho no les duró mucho: aún tenían la comida en la boca cuando el enojo de Dios vino sobre ellos: dio muerte a sus hombres más robustos; abatió a la flor y nata de Israel.
Salmo 78 39-31 (NVI)

Tuvieron apetitos desenfrenados en el desierto, y tentaron a Dios en las soledades. El les concedió lo que pedían, pero envió una plaga mortal sobre ellos.
Salmo 106:14-15

¿Qué es tener fe en Dios? Es descansar 100% en Él, tener la certeza de que todo lo que vivimos es para nuestro bien, es para mejor. Tener fe es obedecer a Dios, serle fieles, estar dispuestos a renunciar incluso a la vida misma por Dios. Se necesita más fe para renunciar a las cosas de este mundo que para creer en que Dios te las puede dar. Se requiere más fe para negarse a uno mismo. Se necesita más fe para vivir confiado en Dios a través de la enfermedad, que para sanar. Pedro tuvo fe pero también falló, su error fue dejar de ver al Señor y concentrarse en querer caminar sobre el agua en medio de la tormenta. Tuvo miedo de las circunstancias y se sintió inseguro.

¿Estamos dispuestos a experimentar lo que pasaron los héroes de los últimos versículos de Hebreos 11? ¿Alguna vez has tenido fe en que algo así te pase? El objetivo a lo mejor tampoco sea ese, pero si tienes que pasar eso por Dios, y lo haces, recibirás el galardón del que habla en el versículo 6 de Hebreos 11. Cuando el don de fe está en nosotros, podemos darnos cuenta de que todo lo que pasa en este mundo efímero no se compara con lo que nos espera.


Nos gustaría terminar con una cita de Ricardo Gondim, que define perfectamente lo que es una fe bíblica: “Me atrevo a redefinir lo que es fe. Fe no significa capacidad para anticiparse a las contingencias de la vida. Fe es el valor de creer que los valores, principios y verdades propuestas por Jesús de Nazaret son suficientes para enfrentar la vida con todo lo que ella nos traiga, de bueno y de malo”.


Te animamos a que busques la verdadera fe del Evangelio, que la puedas experimentar y así darle honra a Dios con tu vida, confiando en Él, siéndole fiel, descansando en su Palabra. La verdadera fe se entrega a la voluntad de Dios sin exigirle satisfaga nuestros caprichos y sin hacer berrinches mientras zapateamos por las cosas que pensamos que son buenas para nosotros... Dios tiene lo mejor para ti, conoce lo que necesitas y lo suplirá. Lo crees? Dios te ama tanto que incluso te consentirá y te dará los anhelos de tu corazón que no contradigan a su voluntad. Lo crees? Entonces confía... obedece... sé fiel... El resto lo hará el Señor.